El cartell és obra de l'il·lustrador Juan Gedovius i Francisco Hinojosa l'autor del text.
Había una vez un cuento que contaba el mundo entero
Había
una vez un cuento que contaba el mundo entero. Ese cuento en realidad
no era uno solo, sino muchos más que empezaron a poblar el mundo con sus
historias de niñas desobedientes y lobos seductores, de zapatillas de
cristal y príncipes enamorados, de gatos ingeniosos y soldaditos de
plomo, de gigantes bonachones y fábricas de chocolate. Lo poblaron de
palabras, de inteligencia, de imágenes, de personajes extraordinarios.
Le permitieron reír, asombrarse, convivir. Lo cargaron de significados. Y
desde entonces esos cuentos han continuado multiplicándose para
decirnos mil y una veces “Había una vez un cuento que contaba el mundo
entero…”
Al leer, al contar o al escuchar cuentos estamos ejercitando la imaginación, como si fuera necesario darle entrenamiento para mantenerla en forma. Algún día, seguramente sin que lo sepamos, una de esas historias acudirá a nuestras vidas para ofrecernos soluciones creativas a los obstáculos que se nos presenten en el camino. Al leer, al contar o al escuchar cuentos en voz alta también estamos repitiendo un ritual muy antiguo que ha cumplido un papel fundamental en la historia de la civilización: hacer comunidad Alrededor de esos cuentos se han reunido las culturas, las épocas y las generaciones para decirnos que somos uno solo los japoneses, los alemanes y los mexicanos; aquellos que vivieron en el siglo XVII y nosotros que leemos un cuento en internet; los abuelos, los padres y los hijos. Los cuentos nos llenan por igual a los seres humanos, a pesar de nuestras enormes diferencias, porque todos somos, en el fondo, sus protagonistas. Al contrario de los organismos vivos, que nacen, se reproducen y mueren, los cuentos, que surgen colmados de fertilidad, pueden ser inmortales. En especial aquellos de tradición popular que se adecúan a las circunstancias al contexto del pres ente en el que son contados o reescritos. Se trata de cuentos que, al reproducirlos o escucharlos os convierten en sus coautores. Y había una vez, también, un país lleno de mitos, cuentos y leyendas que viajaron por siglos, de boca en boca, para exhibir su idea de la creación, para narrar su historia, para ofrecer su riqueza cultural, para excitar la curiosidad y llenar de sonrisas los labios. Era también un país en el que pocos de sus pobladores tenían acceso a los libros. Pero esa es una historia que ya ha empezado a cambiar. Hoy los cuentos están llegando cada vez más a rincones apartados de mi país, México. Y al encontrarse con sus lectores están cumpliendo con su papel de hacer comunidad, hacer familia y hacer individuos con mayor posibilidad de ser felices.
Francisco Hinojosa
.I, més informació a OEPLI
.Congrés IBBY a Londres del 23 al 26 d'Agost de 2012.
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